jueves, 13 de diciembre de 2012

Crítica de UNA PISTOLA EN CADA MANO, de Cesc Gay

Cesc Gay es uno de los grandes directores españoles pese a que casi nadie reivindica su filmografía y aunque sus películas no gocen de la popularidad de las obras de otros autores. Gay es seguramente uno de los mejores guionistas de nuestro país, y si en su primera película Krámpack daba voz a los problemas identitarios de la adolescencia su cine poco a poco ha ido creciendo y madurando hasta centrar toda su atención en la edad adulta. El cine de Gay se forma de historias de crisis, de nimiedades e insignificancias que al final lo son todo. Gay explora lo que queda entre líneas, lo oculto pero de alguna manera intuido, los conflictos de una clase urbana más o menos acomodada que sufre los problemas de cualquier hijo de vecino. Y de ese talento por contar la hipocresía y la insatisfacción de sus criaturas Gay ha parido una película que en el fondo son muchas, una cinta tan carismática como Una pistola en cada mano, título de western para una comedia de encuentros que en el fondo son diálogos llenos de pequeñas grandes desgracias. Dividida en diversos duelos dialécticos, Gay pasa de personaje en personaje, vuelve a sus preocupaciones románticas, engancha al espectador con cada relato y al mismo tiempo al salir del cine las piezas se ensamblan dejando un poso de diversión y melancolía. Gay ha hecho un film austero pero directo, en sus mejores momentos incisivo, que como los grandes ejemplos de historias cruzadas funciona mejor como suma que como unión de pequeños satélites narrativos. Y si Gay da una de cal y otra de arena, hay que reconocer pese a todo que Gay sigue sin dar el golpe de autoridad que necesita su obra para pasar de una vez por todas a la primera línea de fuego: en el fondo no estamos muy lejos de la experimentación de V.O.S., y por lo tanto a demasiada distancia, por una cuestión más formal que temática, de esas grandes cintas que eran En la ciudad y Ficció. Pese a esto, la película ha entrado con éxito en la cartelera y va camino de convertirse en uno de los títulos de la cartelera navideña. Lo merece: es un film tan transparente, tan juguetón, tan puro, tan vivo y a la vez con tanta enjundia que es difícil no recomendarlo a cualquier persona que ame el buen cine. Tampoco se ha dicho que recibió excelentes reseñas en su paso por el Festival de Roma. Hay Cesc Gay para rato, y si todavía le quedan balas en la recámara y productores cabales dispuestos a producir sus genialidades no tardaremos en verle con el Goya que lleva tanteando desde hace diez años.


Para los que quieran ver una lucha de sexos con fundamento.
Lo mejor: Los giros que esconden algunos de sus episodios.
Lo peor: Que no sea la película que marca una carrera ni destaca en una filmografía.

Nota: 6'5

1 comentario:

RATATOUILLE dijo...

Totalment d'acord! Cesc Gay és un gran ignorat. Una pistola en cada mano és a més de lluita de sexes un grandiós retrat de la classe mitja de mitjana edat de Barcelona amb divorcis, solituds, sexe, declivi físics i famílies de tot tipus menys clàssiques. Algú pot donar més???
Els que sabem com n'és de bo en Cesc Gay el que hem de fer és
recomanar-lo.