martes, 4 de diciembre de 2012

Crítica de FIN, de Jorge Torregrossa

A Lady Sydonia, para que no haya un fin

El cine español que aspira a llegar al gran público sin traicionar ciertas reglas autorales tiene que superar muchos prejuicios tanto del público que llena las salas como de la crítica que en teoría dicta qué propuestas merecen nuestra atención. Si una película cede a lo comercial corre el riesgo de no ser tomada demasiado en serio, mientras que si un film opta por el camino de la no complacencia lo más seguro es que se acabe encontrando con muchas dificultades para llegar a una audiencia definida. Tal vez por eso se recurre demasiadas veces a Celda 211, modelo de buen cine atendiendo a cuestiones tanto artísticas como de potencial comercial, para hablar de ese rumbo o equilibrio que el cine español, y con él cualquier cinematografía que goce de una salud más o menos estable, busca a la desesperada sin dar casi nunca en la diana. Todo ello es además muy recurrente si tenemos en cuenta que el cine español de los últimos veinte años ha construido propuestas ancladas en lo que llamamos 'cine de género', una fórmula que a la larga ha generado grandes autores y títulos con notables resultados a nivel de ventas internacionales. Y con respecto a Fin, la película que ahora se estrena entre nosotros, se añade otra coincidencia: el hecho de que gran parte de ese cine fantástico o de terror haya centrado toda su atención en el basto concepto y en las posibilidades que ofrece la filmación del apocalipsis, bien por influencia de la profecía maya, bien como resultado de estos tiempos de insatisfacción y crisis tanto económica como existencial.


En todo este debate, una película como Fin, tan fácil de desmontar y a la vez tan fácil de ganarse nuestra simpatía, demuestra que el cine español no es ajeno ni a sus propios vicios ni a las constantes que marca el cine extranjero, en su mayoría norteamericano. La ópera prima de Jorge Torregrossa empieza siguiendo las pautas del manual del cine de misterio con una escena inicial que al principio no parece tener relación con el relato pero que poco a poco va ganando sentido cual macguffin introductorio. Luego sigue en ese posible subgénero de 'reuniones de amigos'. Posteriormente la historia vira al slasher más cercano al fantástico que al miedo puro y duro, y por lo tanto más preocupado por resultar inexplicable que verdaderamente terrorífico. Y ya en su último tramo la película desmonta cualquier previsión del espectador y prefiere la pregunta a la respuesta, el drama a la fantasía. Con tantos cambios es evidente que la paciencia de la platea puede quebrarse en cualquier momento y serán pocos los que acepten las reglas del juego y lleguen al final plenamente satisfechos. Fin, en definitiva, no es una película que aspire a ser el pelotazo taquillero de turno pero sí tiene la potencialidad comercial de gran parte del cine español contemporáneo. Unos dirán que la película fracasa en todos los sentidos y no les falta razón a quienes aseguran que los personajes están poco o nada perfilados. Pero en lo personal, y tal vez porque me siento afín a este cine español que ante todo se arriesga, Fin tiene mucha más inventiva que la mayoría de películas que muchos citarán como modelos que copia Torregrossa. En Fin veo una voz propia, como podía detectarse en la también irregular Verbo de Chapero-Jackson. Puede cansar el hecho de que de nuevo asistamos a una derrota del modelo ideal, pero también cansa que los analistas rindan demasiado culto al hit parade de la taquilla y que la muchachada pida historias que sean digeribles y absolutamente cerradas en estructura. No la podemos colocar al lado de Melancolía pero tampoco se inscribe en el saco del blockbuster hueco. En Fin hay el cine español que siempre camina al borde del precipicio. También una buena historia con muchas ideas que no siempre llegan a buen puerto. Fin, creo, ganará con el tiempo.


Para amantes de las películas con gato encerrado
Lo mejor: Desvela sus cartas poco a poco y al final de la partida guarda varios ases en la manga.
Lo peor: Algunos diálogos son risibles y denotan una pobre construcción de personajes.

Nota: 6

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