jueves, 8 de marzo de 2012

Crítica de TERRAFERMA

La pequeña isla siciliana de Terraferma no aparece en ningún mapa. Es un lugar perdido en medio del mar y en peligro de extinción. La cámara de Crialese filma el paisaje isleño desde la absoluta austeridad y al mismo tiempo fiel a la apariencia paradisíaca de un lugar casi virgen. Los efectos de la globalización y el capitalismo han acabado por diezmar las costumbres pescadoras de sus habitantes, esa 'ley del mar' que los ancianos comentan sentados en el bar observando la orilla de un pequeño puerto en horas bajas. Ya no se pesca y las redes apenas recogen alguna lata o deshecho. Dista de ser un lugar apartado del mundo, ya no puede serlo: los turistas hacen su agosto en busca de playa y tranquilidad, y al mismo tiempo se atisban en el horizonte otras gentes venidas en sus pateras de otros mundos no tan acomodados. Terraferma habla de un equilibrio que se ha resquebrajado, de un modus vivendi anacrónico y de un éxodo que se intuye irremediable, inaplazable y necesario. De la unión del paisaje y la descripción de una familia italiana muy particular Crialese construye una bella crónica de lugares e historias que discurren al margen de lo que nos muestra el cine y la televisión. Crialese filma una película tranquila, sin sobresaltos, sin grandes giros ni efectos, apelando al magnetismo de sus personajes y a la agradable conjunción de documental y sentimentalismo. Terraferma prefiere acabar como la historia de un descubrimiento amoroso, y en algunas partes se intuye un amago de comedia costumbrista (esas barcas que acogen a guiris bailando, bebiendo y saltando al agua sin pudor ni orden). Así, pequeña, corta y modesta, Terraferma supera todos sus posibles defectos y se impone como un viaje sosegado pero crítico a las entrañas más recónditas de una Europa en crisis. Y sobre todo, Terraferma entra en ese género de historias mínimas, familias pícaras y comedias mediterráneas que ha dado muchas alegrías al cine italiano (Mediterráneo ganó el Oscar hace veinte años), que en su día representó Vacaciones de Ferragosto y que Bienvenidos al sur malinterpretó desde las formas de la parodia burda. Una cinta bastante recomendable que ganó el Premio del Jurado en el pasado Festival de Venecia.


Nota: 7

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