martes, 23 de noviembre de 2010

Crítica de AGNOSIA

Juana es la única que sabe la fórmula matemática necesaria para crear una lente especial para perfeccionar todo tipo de armas. Agnosia es la enfermedad de la joven, y entorno a ese término médico relativo a la 'pérdida parcial de la percepción de los sentidos' se construirá una conspiración empresarial y armamentística, que no por casualidad sus responsables sitúan pocos años antes de la Primera y Segunda Guerra Mundial. Agnosia es, técnicamente, la mejor película española del año y una de las más logradas de los últimos tiempos (den por segura su presencia en los Goya por su ambientación, maquillaje y vestuario). Recrea la Barcelona de finales del siglo XIX, una ciudad medieval y modernista, con sus callejuelas y estética gótica, de una forma minuciosa. No hay detalle, costura, objeto, incluso nota de su exquisita banda sonora que desentone. Agnosia es un festival visual, una película sobria y cuidada. En sus entrañas vive un inquieto Carlos Ruiz Zafón cinematográfico encaprichado con el lado oscuro de su historia, especialmente generoso en la vertiente romántica de un cuento que se tranforma en inusual triángulo de pasiones. Trama de complots, diálogos que denotan cierto academicismo y una Bárbara Goneaga angelical son los atractivos de una película inclasificable que toca el drama de época, el thriller histórico y el terror psicológico, siempre regida por un mecanismo propio que la distingue de cualquier película con la que uno juegue a establecer relaciones o influencias. Agnosia tiene fotogramas que son como pequeños retablos de luces y sombras (ese final en las escaleras de la iglesia), y por momentos uno desea sumergirse, perderse y embriagarse en el alma del misterio. No llegamos a tanto. El problema de Agnosia es el mismo que reza el refrán: quien mucho abarca, poco aprieta. Sin exagerar, y sinceramente, poco le ha faltado a Agnosia para ser la película patria del 2010, y no es redonda porque el argumento se infla de excesos en su parte final. A Antonio Trashorras le debemos un guión descompensado, pero también el germen del que florece una rareza fantastique que no cuesta ver como un film de culto inmediato. Descúbranla en los cines antes de que algún foro, blog o festival extranjero la encumbre por su personalidad bi y casi tripolar, por su aroma anacrónico. Por cierto: ¿soy yo o Eduardo Noriega es un actor malísimo?

Nota: 7

1 comentario:

Dialoguista dijo...

Nada sabia de esta peli, solo el poster, que sinceramente me fascina. Pero temía que fuera pupa pompa, esas cosas que tengo que ni yo me entiendo ;D Tu nota y tu crítica me encantaron, aunque debo decir que venia leyendo re contenta y medio que me pinchaste el globo en tu último párrafo ;( ¿por que no habrás cambiado el orden? seguramente fue pensado, si. La voy a ver y te digo!!!