miércoles, 8 de septiembre de 2010

CINE Y LITERATURA: EL COLOR PÚRPURA

EL LIBRO (Alice Walker, 1982)
Walker siempre ha luchado por la libertad y diversidad tanto étnica como sexual en sus trabajos como escritora, activista, conferenciante y mujer negra (maltratada por su propio padre, tuerta a causa de una pedrada que le dió su hermano siendo ella muy pequeña). El color púrpura es su obra más conocida y gracias a este ejercicio de novela epistolar recibió el Premio Pulitzer y el American Book Award. La novela fue todo un éxito de ventas, fue adaptada posteriormente como película y musical teatral, y aún hoy día sigue como un ejemplo bellísimo de lucha, una lección de tolerancia. Walker nos sorprende con una voz en primera persona que escribe todos los sinsabores que le toca vivir desde jovencita hasta devenir anciana, un viaje en el tiempo que también se traduce en una batalla en camino ascendente por deshacerse de todos aquellos que le infrigieron dolor. Crecer. Aprender. 'Querido Dios', leemos en cada página, y la protagonista, desde su bendita ignorancia, desde su bondad inquebrantable, va relatando sus rutinas de forma totalmente cercana. Leemos lo que ella escribe, y ella escribe de forma torpona. Mezcla registros aunque  casi siempre se sitúa en el terreno coloquial, diálogos en estilo directo e indirecto, recuerdos y sensaciones a modo de diario secreto, pero también de catarsis privada, íntima, doliente. Repite palabras que la autora utiliza como conceptos, al final sutiles metáforas. Y aunque podría acusarse a la autora de cierto edulcoramiento, la mirada pura de Celie, que es el 'yo poético' de la autora, arrastra al lector a un mundo de tonalidades negras, marrones y violetas, púrpuras para ser exactos. La amalgama de secundarios es genial y no cuesta sentir cierta empatía por nombres clave como Sofía, Nettie, Shug o Harpo, todos ellos contrapuntos iguales pero diferentes a Celie. El libro no reniega de cierta polémica: podría interpretarse como una Oliver Twist en un contexto de esclavitud y racismo. Y El color púrpura es mucho más, porque analiza la semilla del mal de forma brillante. Walker, como norteamericana de tez negra, nos dice que la naturaleza de su pueblo nace en África y viajó reo para ocupar el Nuevo Continente bajo el azote de los colonizadores blancos. Esta vuelta a los orígenes, al corazón de su extirpe, es también una crítica a los propios negros: parece que los propios esclavos basaron sus estructuras familiares, sociales, económicas y religiosas (el diálogo entre Celie y Shug sobre 'qué es' y 'cómo es' Dios es sublime) sobre el maltrato. Walker no habla de la liberación del pueblo negro respecto al blanco, sino que más bien pide un cambio en la jerarquía de las propias familias negras. La completa normalidad y aceptación pasa por aceptarse a sí mismo, y Celie es el último peldaño de una genealogía trágica. Una reivindicación femenina, también una prosa poética que dice mucho con poquísimas palabras. Uno de los libros contemporáneos más recomendables que sin duda debería figurar como lectura obligatoria en los colegios de medio mundo. Nota: 10


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LA PELÍCULA (Steven Spielberg, 1985)
La historia del cine ha hecho célebre a El color púrpura por dos razones: dar a conocer a la actriz Whoopi Goldberg y apuntar un récord negativo en el fetichismo hollywoodiense al ser la película más nominada y menos premiada en los Oscar (optaba a 11 estatuillas, 3 de ellas en apartados interpretativos, pero Memorias de África barrió). Más allá de la mera anécdota, El color púrpura reutiliza el material melodramático de Walker y lo convierte en una película entretenida, con una fotografía muy cuidada y una ambientación de época que pone broche de oro a un todo que sigue la etiqueta de 'título oscarizable'. El film tiene el ritmo particular de Spielberg: amable y cálido, sin renegar de ciertos momentos lacrimógenos que compensan el show. Todo en El color púrpura aparece calibrado al detalle, desde la rabia de Sofía (Oprah Winfrey en su papel más importante años antes de ser la reina de la televisión yanki) hasta los silencios de Celie, una Goldberg casi muda que se sitúa en el mejor lenguaje no verbal: gestos, miradas, andares y espasmos que hablan como largos monólogos. Vista ahora, resulta curiosísima la aparición de Danny Glover como Albert, el señor que pega a Celie, porque Glover sigue siendo para el cinéfilo actual uno de los esclavos más recordados de Manderlay, de Lars Von Trier (seguidora, desde un espacio más experimental, de la situación de menosprecio que sufrieron y siguen sufriendo los miembros de la comunidad negra dentro y fuera de los Estados Unidos). Spielberg es inteligente hasta en lo que obvia del libro: destaca su condensado episodio africano, filmado a modo de evocación que se funde con la rutina de Celie (que lee desde su casita las aventuras de su hermana, misionera en tierra lejana). En resumen, una película muy competente y que sigue con atino los postulados del libro, aunque no tenga el calado crítico y el impacto emocional de las líneas de Alice Walker. Nota: 7


4 comentarios:

Ismael Cruceta dijo...

Entrada muy interesante, ni he leído la novela, que la tengo en casa, ni he visto la película, y mira que tengo ganas...

Anónimo dijo...

Uf habría que armarse de valor depués de haber visto la película..

Monchovader dijo...

no he tenido la fortuna de leer el libro, pero la pelicula es buena, como bien dices, woopi Goldberg es genial, y Oprah se luce mucho, lastima que no gano ningun oscar, pero, aunque sa buena, no es una pelicula inolvidable o que merezca ser llamama excelente

Rafael dijo...

La película me parece acpetable dentro del ramo de actuacion y cinematografia; tal vez no sea una gran adaptacion pero si vale la pena verla aunque sea una vez....