martes, 31 de marzo de 2009

LA PELÍCULA DE LA DÉCADA III

AMÉLIE, de Jean Pierre Jeunet
Tocados por la varita mágica de la obra maestra de Jeunet, los espectadores no pueden ni podrán olvidar el realismo mágico, las notas de Yan Tiersen, la fina comedia de Amélie. Es un mito y forma parte de nuestro día a día, quizás porque la realidad atesora pocas almas cándidas al estilo Tatou. Cannes y Hollywood aún no saben como justificar un palmarés sin Amélie. Una joya, obra capital dentro del nuevo cine francés.




LA CIÉNAGA, de Lucrecia Martel
Se presentó en Berlín y su destino era arrasar. Lucrecia Martel, ya consagrada como una de las mejores cineastas de Hispanoamérica, se estrenaba en la gran pantalla con una obra misteriosa, silenciosa, rotunda y crítica con la adormecida y empobrecida burguesía argentina. Título alegórico, repleto de preguntas interesantísimas y un indiscutible poderío visual. Quienes no la conozcan deben tenerla en cuenta para futuros visionados. Aunque en la sombra, La ciénaga es una obra maestra.



LA COMUNIDAD DEL ANILLO, de Peter Jackson
Reina de las taquillas y el inicio de una saga indiscutible. Jackson subrayaba y augmentaba las bondades de Criaturas Celestiales con una obra épica, un disfrute para todos los públicos. Ya convertida en clásico, La comunidad del anillo brilla como la mejor pieza de la trilogía. Una buena excusa para comprobar si la multioscarizada empresa de Jackson sigue en la mente de los blogeros.





FUCKING AMAL, de Lukas Moodysson
Antes de ver Elephant, Bergman alabó la originalidad de Fucking Amal, obra adolescente sobre adolescentes, pieza capital en el new european cinema. La frustración del estudiante, la relación con los padres, los coqueteos con las drogas y el descubrimiento de una sexualidad dudosa son las bases de una obra excelente. De reivindicarse, sería la película favorita de muchos universitarios. Sirva esto para potenciar su seguimiento.




LA HABITACIÓN DEL HIJO, de Nanni Moretti
Moretti dejó su discurso político para construir el más duro retrato sobre la muerte del hijo querido. Poética, sensible, sobria e intensa, La habitación del hijo recibió la Palma de oro y múltiples halagos. La fuerza del discurso sigue intacta y huele a clásico. La mejor película de Moretti junto a Caro Diario y una de las mejores películas italianas de todos los tiempos (exagerado, pero cierto).





EL HIJO DE LA NOVIA, de Juan José Campanella
Los teóricos dicen que la novela siempre ha (re)surgido en épocas de crisis. Intentando establecer una analogía cinematográfica, la crisis del Corralito se tradujo en una gran cantidad de películas geniales, algunas sublimes. El hijo de la novia, comedia dulzona que estuvo medio año en cartel, es la gran representante de este grupo, el film más conocido de Campanella. Genial reparto y mejor guión. Nominada al Oscar.



MOULIN ROUGE, de Baz Luhrmann
El año Kidman nos trajo la hiperbólica, colorida, acelerada y apasionante historia de amor entre una cabaretera escultural y un escritor bohemio. Una de las películas más admiradas por el público no cinéfilo. Moulin Rouge desvela su magia en cada visionado y aún recordamos su famosísima banda sonora. ¿Cómo habrá tratado estos ocho años a una película tan discutida como magnética? Vuestros votos dictarán sentencia.



LOS OTROS, de Alejandro Amenábar
Y a falta de uno, dos. Amenábar se internacionalizaba logrando la película de terror más conocida de la década. Aún ostenta el título de la película más taquillera del cine español, aunque su naturaleza híbrida no admite nacionalidades ni etiquetas. Satirizada y admirada, efectiva y quizá efectista. Quienes a estas alturas no sepan lo de "están todos muertos" son de otro planeta. La película que vió nacer el término 'spoiler'.




LA PIANISTA, de Michael Haneke
La verdadera ganadora del Festival de Cannes 2001 fue el retrato de una enferma mental, una heroina más dentro del basto universo Haneke. Algunas escenas cortan la respiración y sus protagonistas, Huppert a la cabeza, están espléndidos. Inolvidable, La pianista causó desmayos en las salas, vapuleos varios y otros tantos gritos de obra maestra. Ustedes deciden.






SIN NOTICIAS DE DIOS, de Agustín Díaz Yanes
La película más original de Díaz Yanes completaba un año pletórico para nuestro cine. Aunque no se reconozca como la mejor película de su autor, la poderosa estética e historia de Sin noticias de dios entran por méritos propios en lo mejor del 2001. Le tocó batirse en taquilla con Harry Potter, pero ahora gana otra guerra: ser la última elegida entre lo mejor de su año (los más observadores se habrán percatado de la omisión de Juana la loca). Espléndidas Cruz y Abril.


Creo que nos enfrentamos a la votación más difícil hasta el momento. Ya tenemos tres finalistas (Amores Perros, Billy Elliot y Memento) y tres aventajadas que pueden llegar a serlo (Shrek, Bridget Jones y Nueve Reinas). ¿Qué películas os gustan más de esta última selección? La lista de elegidas (del 2001) la sabremos muy pronto. La semana que viene inauguramos el 2002 con In the Bedroom, Una mente maravillosa, Monstruos S.A. o Ghost World entre otras. ¿Algún favorito a la vista? Saludos.

SERIES 12: ANATOMÍA DE GREY



La ABC precisaba una serie corta y ligera para completar la temporada. La anécdota gustó y Anatomía de Grey fue creciendo hasta convertirse en la serie más seguida en Estados Unidos, sin olvidar el Globo de oro. El nacimiento irregular de la serie se tradujo en una segunda temporada tan larga como intensa y en una tercera temporada decente pero no brillante. El lector atento verá que hemos elidido las últimas entregas, una estrategia para evitar hablar de la decadencia de las tramas, la desvirtuación de los personajes y la vanalización de todo lo propuesto de forma reflexiva e intimista en los primeros nueve episodios. Con ello, además, se demuestra que existen varias Anatomías de Grey: el drama psicoanalítico, el culebrón con estilo, el relato de acción trepidante o la descripción de enfermos con curiosos secretos y dolencias. Todos estos ingredientes, antes suculentos, ahora empachan e irritan. La coctelera, cómo no, se completa con varias raciones de polémica porque Anatomía de Grey ha trascendido la ficción y ha llenado portadas con las disputas de sus actores, los problemas de rodaje o las ansias por tener más relevancia en la trama (cítese el caso de Katherine Heigl). La sombra de su spin-off, la insuficiente Private Practice (Sin cita previa para los menos entendidos), ha pesado también en la serie: Sin cita previa no solo hereda los defectos del producto original, sino que ha afectado considerablemente la consistencia de Anatomía de Grey. Shonda Rhimes, figura importante en la huelga de guionistas, debería demandar a la cadena por pluriempleo. El exceso de cantidad ha afectado a la calidad, hecho evidente que no debería perdonar ningún fan.

Anatomía de Grey nos ha deparado momentos nada desdeñables, capítulos muy comentados y escenas inolvidables. Media Norteamérica lloró la muerte de Denny Ducket, sufrió por la bomba que tapaba la mano de Christina Ricci (uno de los tantos cameos que han poblado la serie), vivió la no boda de Christina (excelente Sandra Oh, la mejor del reparto) y disfrutó cual adolescente con los líos amorosos de los personajes (al principio coherentes y bien construídos). Lástima que tengamos que remitirnos a un tiempo pasado: Anatomía de Grey agoniza ahora a modo de chicle interminable, sin sabor ni interés, sin fuerza ni credibilidad. La relación entre Meredith y el doctor Macizo, a base de giros y disputas, ha dejado de interesar, lo mismo que ha ocurrido con todas las tramas secundarias. Toda una pena, porque la serie ha sido una de las mejores ficciones de los últimos años. El entramado de amores y desamores de Anatomía de Grey tenía sentido en un contexto de instituto; por eso, los adolescentes que hemos aplaudido la serie hemos optado por desertar y la audiencia ha mermado considerablemente. Hay cosas que no se arreglan con suturas (de médico) o caricias (de enamorado). Siempre nos quedará su banda sonora...

domingo, 29 de marzo de 2009

GRAN TORINO 6 / 10

El cine de Clint Eastwood ha llegado a una extraña cúspide que no parece tener fin. Gran Torino, enésimo ejercicio del ochentero, no esconde una sencillez inusual tras Mystic River, Million Dollar Baby y El intercambio, básicamente porque el film supone un homenaje a varias bandas: al cine pausado, clásico y clasicista del Hollywood dorado; al cine de su propio autor, y al mito que este representa. El personaje que interpreta Eastwood es un símbolo del Eastwood persona, una guiño que acontentará a los fans del norteamericano. Pero Gran Torino, tranquila y agradable, es un título accesible (que no fácil), algo que atraerá a la audiencia más joven y repelerá a las espectadores sedientos de drama. La tragedia de Gran Torino se hace esperar, pero una vez presentada hechiza al espectador con una rotunda reflexión sobre la senectud, la inmigración y la rutina de una sociedad sin valores. La sobriedad, la maestría del artista, vuelve a imponerse.



Eastwood actúa cual equilibrista al adaptar guiones ajenos, una tarea que solventa con gran atino. Si no fuera por este hecho, nadie dudaría que Gran Torino ha sido escrita por y para míster Clint. El guión, aunque con algún vache, se asienta sobre la antítesis (la muerte de la esposa en paralelo a la llegada de los nuevos vecinos, el cumpleaños de Walt coincide con la fiesta de sus amigos Mong,...) para desembocar en un final rotundo e inesperado. Es aquí cuando el relato da un completo giro y los fotogramas pretéritos cobran un significado especial, siempre abiertos a múltiples lecturas y futuros visionados. Decir que Gran Torino es la peor obra del Eastwood más reciente es, aunque cierto, injusto (en todo caso, la menos agraciada sería Banderas de nuestros padres). Dentro de unos años, la crítica recordará a Eastwood como el último gran clásico del cine norteamericano. La nostálgia, elemento extracinematográfico, convertirá Gran Torino en una obra maestra, toda una ironía para un personaje que vive de los recuerdos de un pasado mejor.

sábado, 28 de marzo de 2009

LEJOS DE LA TIERRA QUEMADA 7 / 10

Amar el cine no significa que el amante, elevado al concepto de cinéfilo, sienta empatía por todas las películas que consigue visionar a lo largo de su existencia. Incluso puede darse la situación en que el fanático deteste una obra de su autor favorito y alce su enfado al sentirse defraudado. Lo más bonito (y más difícil) se produce cuando la simbiosis entre creador y espectador es total, y este último llega a disfrutar con los excesos y errores del artista (muchos tendrán dicho síntoma tras ver Los abrazos rotos). Hechas tales reflexiones, no esperen una crítica hiriente de Lejos de la tierra quemada, básicamente porque muchos cronistas ya han destacado los posibles peros del primer largometraje del Guillermo Arriaga director. En un alarde por ser original, debe destacarse la pequeña pero indiscutible sensación de estar ante el peor guión de Arriaga (o sea: un notable entre sobresalientes), pero también ante la confirmación de un mundo sólido y personal que ahora cristaliza sin Iñárritu. Uno tiene la sensación de haber resuelto parte del enigma, una ecuación que se completará con Biutiful y que el tiempo se encargará de sopesar como es debido. Arriaga ha perdido la batalla de la crítica y del público, pero ha ganado otra más importante: su lucha por despuntar como autor único e independiente. Por todo ello, Lejos de la tierra quemada sabe a victoria (para el autor) y a derrota (para el espectador). La gracia, la equis del problema matemático, residirá en la capacidad del público para acceder y apreciar las irregularidades del film.



Parece irónico que Lejos de la tierra quemada, film que basa sus tramas en el (des)amor y la (in)felicidad, precise de la paciencia y del aprecio de la platea. Rizando el rizo, la película también es la declaración amorosa que hace Arriaga al cine, medio que adora y en el que trabaja gustoso. La estructura a modo de rompecabezas, aunque menos intensa, sigue intacta, pero la forma de rodarla ha cambiado. Dominar las palabras no implica dominar la imagen y Arriaga cojea sin el poder visual de Iñárritu. Este hecho remarca la naturaleza de la que no deja de ser una ópera prima de alto copete y reafirma que el camino de Arriaga, alambicado y apasionante, está aún por escribir. Sin llegar a la tensión emocional de Amorres Perros o Babel, Lejos de la tierra quemada demuestra que Arriaga, antes de guionista y director, es un fabulador de historias, muchas de las cuales aparecen aquí hiladas con más o menos atino. Quien esto escribe prefiere el capítulo dedicado al personaje de Kim Basinger y obvia por completo un final que, por cerrado, deviene forzado. Aunque acabe amenizando tardes de televisión insustancial, el film tiene los suficientes atractivos para ser un título de prestigio por los Oscar de sus actores y el renombre de su instigador. Asistir al baptismo de Arriaga no tiene precio.

jueves, 26 de marzo de 2009

FROZEN RIVER (RÍO HELADO) 8 / 10

La fina capa de hielo que pisan las protagonistas de Frozen River remite a otra capa más metafórica: la delgada línea que separa lo moralmente correcto de lo corrupto. Ese escenario de hielo alegórico congela los fotogramas de esta lúcida ópera prima, pequeña vuelta de tuerca al estilo de Fargo y Aflicción. No pueden desvelarse demasiadas cosas del argumento, pero debe subrayarse su tempo in crescendo y su compleja resolución, broche de oro a la que se acaba convirtiendo en una atípica y radical historia de solidaridad entre dos lobas heridas. El rostro magullado de Melissa Leo, multipremiada por su caótica Ray, redondea un relato pequeño, un thriller bien escrito y dirigido con sobriedad.

Courtney Hunt orquestra una trama de soledades y madres frustradas, un mapa de precariedad económica y familias rotas. El tráfico de personas, más allá de cualquier crítica facilona, es utilizado aquí para entrar en el terreno del thriller y alterar las convenciones del drama. A esta sabia combinación se le suma la gravedad de una tragedia fronteriza, la tensión de una road movie criminal, la maestría de un western grisáceo. Existe la extraña sensación de haber asistido a la victoria de lo sencillo y a la reinvención del concepto indie (¿adjetivo o sustantivo?), etiqueta discutible, últimamente alterada por comedias de menor entidad. Tras La boda de Rachel, ejercicio que también buscaba reflexiones en voz baja, el espectador comprometido con el mundo y con el cine de qualité tiene una cita obligada con el hielo, el moho y la amargura de Frozen River. Antes de que algún crítico avispado la reivindique como una de las mejores películas del año, deben anotar Frozen River en la lista de visionados obligatorios. Cojan el consejo: aún no se ha estrenado en España.

miércoles, 25 de marzo de 2009

THE VISITOR 6 / 10

The visitor ha sido la gran superviviente de la temporada: encandiló en Sundance '07, no llegó a las salas norteamericanas hasta marzo de 2008 y logró la fama, además de una nominación al Oscar, once meses después. Hollywood no accede a endiosar films como el que nos ocupa, con lo que la condición de excepción de The visitor es aún mayor. Igual o más difícil es el camino de los protagonistas: un viudo desilusionado y unos emigrantes ilegales que ocupan por error el piso del primero. Si olvidamos la sensiblería final, The visitor es una película sencilla y honesta, una historia que nace de lo inexplicable (Walter-Jenckins accede a ayudar a los ocupas, actitud contraria a la esperada por cualquier estadounidense de clase media) y acaba hablando de lo cotidiano. Aunque dulce, The visitor es una indiscutible crítica contra el gobierno Bush y la paranoia post-11 S que se respira en cualquier transporte público, calle o cadena de televisión. El profesor protagonista representa la teoría, pero sus conocimientos sobre economía y pedagogía no son nada ante las prácticas que realiza con sus nuevos vecinos, víctimas del american dream. Otra contraposición: Jenckins intenta tocar el piano, instrumento refinado, mientras que su compañero prefiere el ritmo contagioso del tambor africano, práctica más visceral. La música destruirá la burbuja de dolor del personaje y lo convertirá en una fiera fiel que denuncia las incoherentes políticas de inmigración de EE. UU. La crítica, y he aquí el gran error, esconde una edulcorada trama de segundas oportunidades y amores tardíos, un recurso agradable que roba solidez al discurso. Lástima por Hiam Abbass: su talento merece mucho más que un personaje incluído con calzador y descaro.

Pero hablar de The visitor es hablar de Richard Jenckins, actor veterano, eterno secundario y clásico televisivo con su papel en A dos metros bajo tierra. Jenckins no forza el personaje, evita histrionismos, opta por una comedia y una amargura comedida, consigue parecer ausente en muchas escenas y demuestra que, a la hora de actuar, menos siempre es más. En definitiva, un trabajo exquisito que vehiculará nuestro recuerdo de la película. La segunda oportunidad del personaje es, irónicamente, la segunda oportunidad de un actor impecable que necesitaba un pequeño empujón. Hecho el milagro, solo queda disfrutar de la austeridad de The Visitor, título estimable que consagra el arte de Jenckins, Abbass y McCarhty.

DIRECTED BY: IMPRESIONES


Variopintas nominaciones para esta segunda entrega de nuestros queridísimos Directed By. Mariano ejecutó un video perfecto: gracioso, elegante y muy cinéfilo. Tras las imágenes, una lista de nominaciones con sorpresas (cinco nominados por categoría) y grandes ausencias. Page (favorita en su categoría) ha sido considerada protagonista mientras que Eduardo Noriega (soberbio en la gran damnificada: espléndida Sangre de mi tierra) concursará como secundario. Post, gran favorita, ha sufrido el handicap de no tener un reparto nominable por separado y las ganas de incluir las piezas animadas de Álvaro han descolocado un poco nuestras quinielas. Retórica merecía más, mientras que La noche de los lobos hambrientos y La sombra del pasado han recibido todo lo que merecían (Fumo, prepárate el discurso de agradecimiento, jj.). Existen dos grandes vencedores: José Barriga (con Post y Ambulante es el más nominado) y Roke (incoherencia: nominado a director y repleto de elogios, pero sin la justa mención en obra). Nadie duda que la mención especial será para él (o quizá para Post... el esfuerzo lo merece). No te olvides de vivir salta por sorpresa al quinteto nominado y con un Bell acariciando el premio. Cynthia de Rosa persigue su segunda medalla a la mejor directora con Io sono vitá, aunque Andrew Garfield no esté nominado. Las nominaciones han sido muy repartidas y seguro que el palmarés también lo será. Un poco de polémica no viene nunca mal...

Personalmente, me alegro de las nominaciones de Ralph Fiennes y Marisa Tomei, además de la canción Sad Eyes de Bat for lashes (ojalá guste a todos).

¡¡¡¡FELICIDADES Y SUERTE A TODOS LOS NOMINADOS!!!!

P.D. ¡Conseguí que me dejaran la sala de ordenadores abierta en mi residencia! Noche completa: House, apuntes y nominaciones. Good night and good luck.

martes, 24 de marzo de 2009

ESCONDIDOS EN BRUJAS 5 / 10

Los mafiosos de Reservoir Dogs han tenido que viajar hasta la gótica Brujas para encontrar sus sucesores: tres perdedores llenos de remordimientos y carentes de neuronas. La verborrea tarantiniana marca el devenir de un relato carente de atractivo, cuyo guión intenta sorprendernos y sonsacarnos falsas risas. Escondidos en Brujas mezcla demasiados géneros, abre pocas tramas y no resuelve ninguna. Los adeptos del experimento defenderán su estética entre lo gótico y lo raro, su plantel de personajes excéntricos o el singular tratamiento de la imagen; quienes no guarden ningún aprecio por los loosers ingleses del relato subrayarán la soberana tontería de la historia y la pedantería del libreto. Escondidos en Brujas, que atesora una discutible nominación al Oscar, no reinventa la figura del matón o del turista, algo que sí consiguió la radical Hostel, con la que esta comparte una extraña tendencia a los tonos ocres y oscuros. La carnicería final de Hostel es aquí una suave opereta en la que Ralph Fiennes (imaginamos que sediento de buenos guiones) se suicida por haber matado a un niño (caso análogo al del personaje de Colin Farrell). El código de honor se adivina estúpido: con Tarantino no habría discusión, pero el problema reside en que Escondidos en Brujas se toma demasiado en serio a sí misma. Puro desequilibrio.

La única sorpresa del film tiene un nombre propio: Colin Farrell. El inglés demuestra su eficacia para la comedia y construye uno de sus mejores trabajos, aunque la película se dedica a dilapidar todo lo bueno del personaje-actor. Farrell es, como su sombra ficticia, un rebelde con un pasado lleno de adicciones y episodios turbios, una estrella caótica que no se acaba de adaptar a la industria de Hollywood (aquí Brujas). Se establece un interesante juego entre realidad y cine: los dos son irlandeses, los dos se drogan y los dos tienen una actitud pasota, un semblante aburrido y de extraño atractivo. El Farrell persona es un reflejo del Farrell personaje, un ejercicio que, aunque premeditado por el guión, bien merecía el Globo de oro. El personaje de Farrell resiste los balazos estilo bond de Harry (Fiennes) y es el único que no muere en pantalla: bonita metáfora para demostrar lo que perdura (la interpretación de Farrell) y lo que se esfuma (todo lo demás).

lunes, 23 de marzo de 2009

SERIES 11: HOUSE



a Cristian

Aún recuerdo una clase de química en la que un compañero empezó a hablar lindeces de una serie bastante extraña. Ahora House es conocido en el mundo entero, líder de audiencia en España y el producto más importante de Cuatro, la serie que la cadena más repone y mima. En este viaje de lo desconocido al deja vu han transcurrido cinco temporadas, algunas risas y otros tantos bostezos. Bryan Singer dirigió el primer capítulo de la serie y apoyó la franquicia como productor, una pequeña vuelta de tuerca a las tramas hospitalarias que encandiló al director de X-Men. Hugh Laurie, actor inglés de carrera irregular y desconocida, encontraría en los guiones esquemáticos de la serie(pese a lo alambicado de su léxico) su particular gallina de los huevos de oro, el personaje icono que le haría coleccionar premios a cascoporro. House, más detective que médico, suponía el primer doctor malcarado, traumático, egoista, cínico y loquaz de la televisión norteamericana, todo un mérito teniendo en cuenta que Urgencias y Scrubs imposibilitaban una reinvención del género. La novedad, cien episodios después, se ha desvanecido y causa sopor, básicamente porque la estructura narrativa siempre es la misma y porque los chistes del médico ya no son lo que eran. Ahí están los veinticinco millones de telespectadores yankis (más tres millones y medio de españoles) para darme la contraria... Digan lo que digan, y aunque la serie y sus instigadores se miren el ombligo creyéndose el súmum de lo rompedor, creo que House funciona mejor cuando olvida el planing habitual e incluye elementos de carácter más personal (debería haber un equilibrio entre la frialdad de House y la ñoñería de Anatomía de Grey, un punto medio que nadie parece dispuesto a explorar). De aquí que defiende Tres historias (1x21) como el mejor capítulo de la serie, aplauda gran parte de la segunda temporada y me sienta atraído por el cambio de cásting de la cuarta remesa de episodios. Prefiero el efectismo barato (la muerte de la novia de Wilson, el entierro del padre de House, las peleas de House con un policía cojonero o su ex-mujer, etc.) que la trama médica que cambia cada cuarenta minutos. El barco oscila, pero no parece dispuesto a naufragar.

House nos devuelve una imagen irreal e idealizada de la sanidad, aquí en forma de hospital privado y privativo. Los casos médicos juegan con el factor rocambolesco, algo que encandila a una sociedad que no goza de una sanidad pública gratuita. House es el paradigma del buen médico, ese doctor que no existe y que de existir sería inalcanzable. De él nacen todas las tramas: Cuddy, Wilson y su equipo de ayudantes son los satélites del astro House, una estructura bastante cerrada que está condenada a repetirse. A riesgo de ser un aguafiestas, un servidor defiende la cancelación definitiva de la serie antes de que el castillo de naipes se desplome de mala manera. House es aún una serie digna, con sus momentos agridulces y sus chistes efectistas. Ahora sigo la serie gracias a (o por culpa de, nunca se sabe) otro compañero: él cree que la serie concluirá con el suicidio del protagonista, mientras que quien escribe defiende una relación amorosa entre House y Cuddy. Esperemos que el equipo de House también empiece a diseñar el principio del fin. Sea como sea, la serie ya ha pasado a la historia.

domingo, 22 de marzo de 2009

DIRECTED BY 2: ANÁLISIS Y QUINIELA

Estas últimas semanas hemos asistido a la consagración de un festival extraño pero muy estimulante. Este post es fruto de la admiración que me han despertado varios relatos. Además, el escrito sirve de prólogo para las futuras nominaciones y premios finales.

1. ELOHIM, de Álvaro Casalino: Interesante revisión de los mitos y la literatura clásica, con un toque Goyo Miyasaki muy singular. Casalino demuestra ser un alumno y futuro maestro de la animación, además del participante más imaginativo.
Puntos fuertes: Poster, director.

3. IO SONO VITÁ, de Cynthia: Entiendo la obra como el retrato de un fanático, la historia de una obsesión, de una culpabilidad cristalizada a modo de dudoso (yo diría que peligroso) dogma pseudoreligioso. Excelente presentación de los personajes. Una obra totalmente diferente que es, al igual que la anterior Io sono luce, la gran favorita.
Puntos fuertes: Obra, director, actor, argumento, diseño argumental, partitura, póster.

4. LA NOCHE DE LOS LOBOS HAMBRIENTOS, de George Fumo: La gran sorpresa de esta edición es una mezcla entre Fargo y Donnie Darko, entre el thriller y la ciencia ficción. No contenta con la trama principal, la historia nos entrega un pueblo callado y curioso que, a modo de ironía, despierta ante el cuerpo callado del protagonista. Una obra que va de menos a más y que es desde ya una historia de culto para muchos bloggeros.
Puntos fuertes: Obra, director, argumento, actor secundario, actriz secundaria.

5. NO TE OLVIDES DE VIVIR, de Mark Rubio: Quién sabe si autobiográfica, esta obra nos regala el cuento de un joven cuyo interior y entorno parece desvanecerse. Aunque algunas actitudes del personaje me resultan un tanto aniñadas, la historia presenta una gran fuerza dramática, solo rebajada con el genial personaje de Ellen Page. ¿Premio a actriz secundaria?
Puntos fuertes: Obra, director, argumento, actor, actriz secundaria.



6. AMBULANTE, de José Barriga: José consigue que Gosling logre una genial interpretación con su náufrago desmemoriado. Algunas escenas perduran en el recuerdo, el relato entretiene... ¿qué más se puede pedir? Pequeño gran homenaje al cine de misterio, a David Lynch, y a inexplicables y estimulantes expedientes x.
Puntos fuertes: Obra, director, actor, póster.

7. LA SOMBRA DEL PASADO, de Teófilo Castillo: Las historias paralelas tienen aquí una interesante excepción en forma de juegos temporales, columna vertebral de una historia sobre el dolor y los secretos de toda familia. Excelente Robert Duvall, muy cercano al James Coburn de Aflicción.
Puntos fuertes: Actor, diseño argumental, elenco actoral.

8. SANGRE DE MI TIERRA, de Albertaco: Cuento sin trampas ni tramas secundarias, un navagazo directo que se intuye al principio y nos deja desvalidos al final. Noriega y Vega defienden la propuesta española de la competición. Sevilla merece todos los premios del mundo.
Puntos fuertes: Director, actor, actriz, partitura, elenco actoral.

9. RETÓRICA, de Jorge Moreno: Este título tan bello esconde la historia de un grupo de adolescentes que se atraen y se repelen al mismo tiempo, una inestabilidad anímica que Joel destapa a modo de confesión (mecanismo para crear un efecto de intimidad perfecto). Poética Retórica.
Puntos fuertes: Obra, director, argumento, diseño argumental, actor, actor secundario, actriz secundaria, póster.

10. PIG BROTHER, de Roke: Lynchiana sátira sobre la telerealidad y su aparato de concursantes, presentadores, críticos y fanáticos. Divertida, ácida y surrealista, la rara avis de la competición se inspira y dilapida programas capitales como Gran Hermano, DEC o Aquí hay tomate. Como pregona su presentación, su género es inclasificable. Instantania obra de culto.
Puntos fuertes: Obra, director, argumento, actriz, diseño argumental, póster.

11. LA CIUDAD ENCANTADA, de Álvaro Casalino: Burton, Miyasaki y Dickens resucitan en este relato fantasioso, un satisfactorio cuento con unos dobladores de lujo. Hiperbólico y a priori rebuscado, la historia ganaría en la gran pantalla, un poder visual que no debería pasar desapercibido para los votantes.
Puntos fuertes: Partitura, póster, director.



12. POST, de José Barriga y Agustín Peralta: Pequeño gran homenaje a todos los miembros de la comunidad bloggera. Una historia personal, diferente y muy fresca. Fue la última en publicarse, pero todo apunta a que será la primera en recibir una olada de nominaciones (y seguramente premios).
Puntos fuertes: Obra, director(es), elenco actoral, diseño argumental, argumento.

Y mi quiniela:

MEJOR OBRA y DIRECTOR: IO SONO VITÁ, LA NOCHE DE LOS LOBOS HAMBRIENTOS, PIG BROTHER, POST.

MEJOR ACTOR: Andrew Garfielf (IO SONO VITÁ), Jamie Bell (NO TE OLVIDES DE VIVIR), Ryan Gosling (AMBULANTE), Eduardo Noriega (SANGRE DE MI TIERRA)

MEJOR ACTRIZ: Marisa Tomei (TRIANGLE), Lisa Williams (AMBULANTE), Paz Vega (SANGRE DE MI TIERRA), Jena Malone (PIG BROTHER)

ACTOR SECUNDARIO: Jude Law (LA NOCHE DE LOS LOBOS HAMBIRENTOS), Michael Sheen (NO TE OLVIDES DE VIVIR), Robert Duvall (LA SOMBRA DEL PASADO), Louis Garrel (RETÓRICA)

ACTOR SECUNDARIA: Evan Rachel Wood (LA NOCHE DE LOS LOBOS HAMBRIENTOS), Ellen Page (NO TE OLVIDES DE VIVIR), Amanda Seyfrield (RETÓRICA), Cate Blanchett (RETÓRICA)

ELENCO ACTORAL: IO SONO VITÁ, SANGRE DE MI TIERRA, RETÓRICA, POST

ARGUMENTO: IO SONO VITÁ, LA NOCHE DE LOS LOBOS HAMBRIENTOS, PIG BROTHER, POST

DISEÑO ARGUMENTAL: LA SOMBRA DEL PASADO, RETÓRICA, PIG BROTHER, POST

PÓSTER: IO SONO VITÁ, RETÓRICA, PIG BROTHER, POST

Y vosotros: ¿Quién creéis que serán los nominados?

sábado, 21 de marzo de 2009

LA PELÍCULA DE LA DÉCADA II

LA CIUDAD ESTÁ TRANQUILA, de Robert Guédiguian
No suele recordarse el nombre de Guédiguian cuando se mencionan a los mejores autores del cine francés. Pese a esto, la obra del director de Marius y Janette merece aparecer en esta lista. Película social, de título poético e irónico, con una gran interpretación de Marianne Ascaride. Muchos la desconocen, pero debe reivindicarse vivamente.













CÓDIGO DESCONOCIDO, de Michael Haneke
Después de Chocolat, pudimos disfrutar del nuevo ejercicio intelectual y estilístico de Haneke, germen de lo visto en la anterior El vídeo de Benny y en la posterior Caché. La actriz francesa acapara los fotogramas de una cinta que, pese a no gozar de la popularidad de La pianista, brilla por sí sola. El desconcierto, años después, prosigue. El código continúa siendo igual de desconocido.

EL DIARIO DE BRIDGET JONES, de Sharon Maguire
Supimos de la existencia de Zellweger gracias a la Irene de los hermanos Farrelly y a la regordeta enamoradiza que nos ocupa. Nominación al Oscar para una de las comedias más taquilleras de la historia, sin contar su popular banda sonora, libro y segunda parte. Film inofensivo, ópera entretenida, premeditadamente ortera y sin pretensiones. Hugh Grant seguiría los pasos de Nothing Hill y nuestra Bridget con Amor sin preaviso, Un niño grande y Love Actually. Sorbete veraniego, ideal para perder el tiempo sin perderlo.



LA ISLA (SEOM) , de Kim Ki-Duk
Su nombre resultaba gracioso y ahora esperamos su film anual como agua de mayo. Kim Ki-Duk, autor especial, espiritual y misterioso, relata un cuento sobre el sexo, la violencia, el amor y la inestabilidad de unos personajes esquivos. El simbolismo del mundo Ki-Duk encuentra su cúspide en el pubis final, una imagen impagable. Junto a Hierro 3 y Samaritan Girl, lo mejor del coreano más polifacético y mimado por los festivales más importantes.



LUCÍA Y EL SEXO, de Julio Medem
Paz Vega floreció ante nosotros como la Lucía de Medem, un icono sexual que atrajo más de un millón de voyeurs a las salas. El imaginario del realizador vasco logra aquí su obra más completa y rotunda: la historia de una ruptura, la metáfora hecha cuento, el sexo reconvertido en fino arte. Quienes sigan pensando en el faro, en el agujero, en la bici, en el balanceo de las algas o en las polaroids de los protagonistas no están enfermos. Incomprendida, luce como una de las mejores películas patrias de la década (para quien esto escribe, la mejor). Gran banda sonora de Alberto Iglesias.



NUEVE REINAS, de FABIÁN BIELINSKY
La Argentina del Corralito aplaudió esta reinvención de la figura del pícaro moderno, un thriller sin par, mezcla singular de humor, crítica social y mero entretenimiento. Su paso por las salas españolas, al igual que con El hijo de la novia y Y tu mamá también, se eternizó durante meses. Darín y Pauls siguen corriento, aunque contentos de representar una de las piezas capitales del cine ché.

PAU I EL SEU GERMÀ (PAU Y SU HERMANO), de Marc Recha
Aplaudida en Cannes, Recha era ignorado en su propio país. El tiempo, caprichoso y contradictorio, sitúa su obra entre lo mejor del cine español. Silenciosa pero profundamente dolorosa, el mundo interior de Pau se materializa en un viaje físico y mental, un retorno a la niñez perdida, un camino por una zona rural moldeada al gusto de capitalistas excabadoras. Recha es nuestro Truffait: al rey lo que es del rey. La mejor película catalana de la década, siempre con el permiso de Serra.



SHREK, de Andrew Adamson y Vicky Jenson
Adamson despuntó por primera vez con esta reconstrucción de mitos y cuentos infantiles, un éxito sin precedentes que entretuvo a los periodistas del festival de Cannes 2001. Menos original de lo que podría parecer, Shrek recoge una herencia fílmica y literaria, la altera, y crea otra historia igual de válida, igual de clásica. Difícil luchar contra el popular ogro. Primer Oscar a la mejor película de animación.


SPY KIDS, de Robert Rodríguez
La aportación de Rodríguez al cine familiar, parodia de Bond incluída, es una película surrealista, en su día rompedora. Aunque las risibles partes posteriores hayan ensombrecido los méritos de la primera entrega, Spy Kids merece una pequeña mención. Como ocurre con Burton, uno no sabe si está ante un gran chiste o ante una gran película. Los votos dictarán sentencia.














VATEL, de Roland Jofrée
Apreciable film de conspiraciones palaciegas, una superproducción francesa, inglesa y americana, todo siguiendo la estela de El husar en el tejado o La reina Margot. Depardieu encaja una notable interpretación. Jofrée, academicista hasta rabiar, dotaba al film de una identidad visual muy interesante, sin olvidar algún que otro tic shakespeariano. Las fastuosas cenas de Vatel siguen, veneno y mal de amores incluído, en el recuerdo del espectador.



Recordad que quedan pocos días para votar en la primera encuesta. En estos momentos, hay un empate técnico entre Billy Elliot y Traffic, con lo que vuestros votos serán decisivos para decidir las tres películas que pasarán a la siguiente ronda (de momento serían Amores Perros, Memento y Billy Elliot). El próximo viernes se cerrará dicha encuesta y se abrirá otra: de esta forma se completará el análisis de todo el 2001. Estamos cerca de saber cuál es para vosotros el mejor título de ese año... Id pensando vuestros futuros votos (si de mí dependiera, no sabría qué elegir: Amélie, La habitación del hijo, La pianista, La ciénaga, Moulin Rouge,...). Saludos.

viernes, 20 de marzo de 2009

LMDLD: CACHÉ (ESCONDIDO)



Título: CACHÉ (ESCONDIDO) Título original: Caché Dirección y guión: Michael Haneke Año: 2005 País: Francia, Austria, Alemania e Italia Duración: 110 min. Género: Thriller dramático Reparto: Daniel Auteil, Juliette Binoche, Anne Girardot, Maurice Bénichou, Bernard Le Coq, Lester Makedonsky, Daniel Duval, Walid Afkir, Nathalie Richard, Aïssa Maïga, Denis Podalydès, Loic Brabant, Philipe Bresson, Caroline Baehr, Christian Benedetti Palmarés: Cannes 2005 (director, premio de la crítica), EFA 2005 (película, director, actor, montaje, premio Fipresci), L Seminci de Valladolid (premio 50 aniversario), V Festival de Cine Europeo de Sevilla (premio jurado joven), VII Festival de Cine Negro de Manresa (mejor película), mejor película extranjera (crítica de Australia, Los Ángeles, Boston, Chicago, San Francisco y Sureste; premios BIFA) Fechas de estreno: 05/10/05 (Francia), 20/01/06 (España) Distribuidora: Golem DVD: Cameo

Sinopsis: Georges, casado y con un hijo, es un prestigioso crítico literario cuya vida parece perfecta. Unas extrañas cintas de video tambalearán su existencia, hasta el punto que se verá obligado a revisitar pasajes de su pasado que creía olvidados. Su estabilidad profesional y personal se tambalean en un mar de dudas y remordimientos. La solución a tal situación, el por qué de las misteriosas cintas, nunca será desvelado.



LA CULPABILIDAD

Caché fue catalogada por la crítica como la película más accesible de Michael Haneke, cineasta de profesión y filósofo de vocación. Debe desmentirse tal creencia: estamos ante una de las películas más rompedoras de su autor, una obra cuya narrativa disimula su gran calado cinematográfico y moral. Puestos a elegir, Funny Games, más radical y juvenil, parece ser el relato más fácil de ver de Haneke, aunque quizá no sea el más fácil de digerir. La filmografía de Haneke es fría, enuncia preguntas y deja a la platea sedienta de respuestas. Utilizar el adjetivo 'accesible' en este contexto es una empresa atrevida y falsa. Haneke no quiere ser accesible y Caché tampoco lo es: de aquí que la escena final, rompecabezas para el recuerdo, suponga una bofetada para los espectadores naifs que, palomitas en mano, esperaban una ración de morbo y violencia. Haneke juega con su obra, con su película y con los espectadores. El círculo, aunque no la trama, se completa.



Caché es la historia de un asesino sin crimen, de un culpable sin falta pero con culpa. Georges es culto, refinado y burgués; un hombre felizmente casado y con un hijo ejemplar. Georges vive en una burbuja y la película supone la destrucción de un locus amoenus que nunca existió. Sobre Georges pesa un pasado turbulento, un pretérito que comparte con toda una generación post-guerras mundiales. Todo lo que tiene Georges es fruto de su esfuerzo y que la película se empeñe en desestabilizar su existencia, juego cruel y perturbador, hiere al espectador, lo inquieta y al final lo abandona con una culpabilidad análoga a la de la ficción. Si aceptamos que la ignorancia es sinónimo de felicidad, Haneke puede suponer que no entender su obra, no ver el diálogo final, es la mejor forma para desprenderse de la historia y poder seguir con nuestra rutina, algo que se le niega a Georges y a su familia. Irónicamente, Haneke actúa de forma generosa y no tan esquiva como parecía. La grandeza de la película está en este punto: ser una perfecta trama de misterio y un gran detonador de debates y reflexiones internas. Para contemplar la obra en todo su esplendor, uno debe ver la película solo, aceptando el juego de su instigador sin razonar el sinsentido de todo. Si se siguen estas directrices, el espectador queda impregnado del film, es esclavo de las imágenes y partícipe de su discurso. No hay marcha atrás: nosotros nos hemos convertido también en culpables y nos vemos obligados a rebobinar la película en nuestra cabeza, de la misma forma que Georges mira y revisa los inquietantes cassettes.



Se respira un negativismo existencial en los fotogramas de Caché. Haneke despierta a sus personajes de un sueño utópico y la película se plantea como una crítica al sistema capitalista, al bienestar y a la arrogancia europea. Caché habla sobre la immigración, la pérdida de intimidad que conlleva la actual era tecnológica y la falta de humanidad de nuestra sociedad. Haneke cree que el humano siempre cae con la misma piedra y que los hijos (Pierrot y el hijo de Majid) repiten los errores de sus padres (Georges y Majid), y estos, los de sus progenitores (la madre que visita el protagonista, los padres asesinados en los años 60). El director también plantea una interesante cuestión: en un tiempo donde todos queremos imponer nuestra visión del mundo, hemos olvidado el inquietante lujo de tener dudas, de aceptar que no todo es blanco ni todo es negro. En esta reivindicación del gris más oscura, Haneke nos cuenta que la verdad es un concepto que no existe: cada uno tiene su verdad, no existe una verdad canóniga que humanice el término. El relato narra que siempre habrá ricos y pobres, y que todo el aparato social, de forma directa e indirecta, es víctima y verdugo de esta situación. Haneke se acerca a la categoría de gurú, el capellán ateo que critica nuestra vida acomodaticia. Mientras vivimos, la televisión (otra batería de imágenes, otro juego perverso), nos enseña el camino de un planeta agónico y agonizante. Nosotros, el cine y el caos.

CINE: EL ARTE HECHO IMAGEN

Aunque no se cite el cine de forma explícita, Caché fabula sobre el poder de las imágenes. El cine remite a la realidad y a la vez la destruye: sirva de ejemplo los momentos en que los personajes rebobinan las cintas. Haneke logra ser rompedor con pocos elementos porque mostrar la violencia de forma festiva implicaría aceptarla. La televisión en el cine del austríaco sirve para criticar y entretener. Ver mucho cine puede ser nocivo: nuestro concepto de lo que es real o ficticio, bueno o malo, se difumina (El vídeo de Benny, 1992). Las imágenes de los vídeos (cine dentro del cine, imágenes dentro de imágenes) remiten a un tiempo psicológico, al pasado del protagonista, a la chiquillada infantil que ahora vuelve ocurrente y oscura. Haneke utiliza los flashbacks como si de vídeos amenazantes se tratasen, pequeñas indirectas de fuerza escalofriante. Pero cuidado: él también manipula las imágenes y altera el metraje de su programa televisivo. Georges se aprovecha de las posibilidades de las imágenes y es (re)conocido gracias a ellas. Haneke utiliza este elemento cual comedia negra: el que manipula es manipulado. No pueden entenderse las cintas dentro de un contexto realista, quizá porque los vídeos son enviados por el propio director para crear el relato. Haneke crea el juego y se regodea en su papel de maestro de ceremonias. Y como todo maestro, siempre será el blanco de críticas negativas y fans obsesivos. Georges es el alter ego de Haneke y, a la vez, una extensión del George y la Anne de El séptimo continente (1987), El vídeo de Benny (1992), Funny Games (1997) o El tiempo del lobo (2003).



EL ESTILO

Sin música, con una fotografía sosegada pero terrorífica, con una narrativa sencilla pero cortante... Haneke sabe qué hacer y cómo hacerlo, punto importante para justificar su maestría. Haneke elabora un cuento de terror que no ocurre por la noche: de hecho, los fotogramas de Caché tienen una tonalidad blanca, pálida y paradójicamente oscura. El tiempo real y el psicológico se mezclan, con lo que nunca podremos saber si ese pasillo lynchiano es real o pura subjetividad del personaje. Haneke se acerca a Chabrol en el fondo y a Hitchcock en la forma, siempre sin perder su sello personal, indescriptible pero perfectamente reconocible. También nos topamos con el Haneke director de actores: Juliette Binoche está espléndida y Daniel Auteil encaja el mejor trabajo de su carrera. Caché es Haneke en estado puro y Haneke es Caché. La obviedad es aplastante: sabemos a qué nos enfrentamos cuando vamos a ver una película del austríaco, y este tiene la decencia de no decepcionarnos (y encima sorprendernos). Cuatro o cinco visionados después de la experiencia en el cine, el poder del film sigue intacto e intemporal. Solo queda esperar y asistir a la consagración de un clásico en mayúsculas.



QUÉ SUPUSO

Caché ganó infinidad de premios y Haneke volvió a coquetear con una Palma de oro que se le resiste. El film fue especialmente mimado en España gracias a sus proyecciones en numerosos festivales. Estrenada casi de tapadillo, la película ocupó el puesto número dieciséis en el ránking de las más vistas en su primer fin de semana de exhibición, un desastre que luego se suavizó: la película estuvo en algunos cines durante cuatro meses, algo que ya había ocurrido con, por ejemplo, Dogville. Ni Francia ni Austria se atrevieron a presentar la película a los Oscars de Hollywood, pero la película fue galardonada por múltiples asociaciones de críticos norteamericanos. Estados Unidos aún tiene pendiente de realizar un remake de la película, tarea innecesaria que podría caer en manos de Ron Howard (¡glups!). Haneke, que ya se ha remakeado (nuevo verbo) a sí mismo, debería evitar tal cataclismo.



La escena más conocida: Pierrot y el hijo de Majid mantienen una conversación que no oimos en la entrada de un instituto. Jóvenes con mochila subiendo y bajando escaleras. Los coches pasan. Aparecen los títulos de crédito.

La escena más impactante: El suicidio de Majid ante un George perplejo. La lengua de sangre en la pared sigue inquietando.

La frase:
George: - Váyase, no tengo nada que esconder.
Hijo de Majid: - ¿Ah, no?



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