viernes, 6 de marzo de 2009

EL CANT DELS OCELLS 8'5 / 10


La literatura describe el mundo real desde la palabra, y es esta la que puede y debe alterar la realidad, crear una estructura narrativa, defender una trama de interés ciñéndose a las reglas de lo que no es pero que podría suceder. La palabra es a la literatura lo que la imagen al cine porque la concepción formal de toda película acaba afectando a los personajes y al argumento inicial. En esta batalla entre contenido y continente, una rara avis como El cant dels ocells se plantea como una interesantísima propuesta que deslumbra por su puesta en escena, aunque muchos defenderán que la historia, el material a narrar, es inexistente. Albert Serra no ha estudiado cine y rueda como quiere y como puede; su mirada guarda la conciencia de un autor íntegro y la autocomplacencia de quien, sin imponer sus ideales, cree que los suyos son los correctos ante una sociedad vampirizada por la rapidez y el sensacionalismo del lenguaje televisivo. Todo ello hace que El cant dels ocells funcione como antítesis del cine actual y sea bella en su discurso casi demodé, con una marcada tendencia al silencio y al misterio. Rodada en blanco y negro, El cant dels ocells nos cuenta el devenir de los Tres Reyes Magos en busca de Belén, una muestra de que Serra recurre al mito para hablar de lo humano (los reyes son frágiles, discuten por nimiedades, se pierden y no encajan en la preconcebida estética que tenemos sobre ellos). Aunque puede entenderse como un ejemplo por rescatar la esquemática y enclenque religiosidad de la sociedad actual, el film se asenta sobre una bella fotografía, catalizadora de estampas para el recuerdo. He aquí la solución al misterio: la forma, el continente, aporta paz a los espectadores y se convierte, más allá de un tema o contenido concreto, en la base que convierte la película en una experiencia religiosa. Serra actúa cual Passolini o Dreyer, desconstruye las reglas del cine contemporaneo y ejecuta un pozo incesante de dudas, diálogos casuales y dualidades lingüísticas (aquí en catalán y en hebreo). El cant dels ocells solo será entendida por Serra, pero poco importa: la pregunta eleva y eterniza el enigma, la respuesta lo vanalizaría.



La comparación inicial entre cine y literatura no es gratuita porque Serra estudió filología hispánica y no parece interesarse por la maquinaria de la industria cinematográfica. Serra es un artista que ha utilizado el cine como plataforma para expiar sus inquietudes, aunque el catalán hubiera podido optar indistintamente por otras disciplinas como la fotografía o la música. Su imagen responde a la de un hermitaño al que no le interesa vender su cine, algo chocante pese a los elogios que recibieron Honor de cavallería y El cant dels ocells en su paso por el Festival de Cannes. La película que nos ocupa nace de esta rabiosa independencia y tiene el don de lo polémico. No seré yo quien decida si El cant dels ocells es sublime o exasperante, pero creo que la película es lo suficientemente interesante para justificar el Premio Gaudí que ha reactivado su carrera comercial. En resumen, un título de culto irrepetible que ningún cinéfilo debería perderse.

3 comentarios:

Cynthia dijo...

Parece una propuesta interesante, de inmediato la anoto en mi lista de pendientes… Besos Xavier

VitoneMen dijo...

Gran Crítica.
Ojala pueda llegar a mi país.

Ya estan los Estrenos de esta semana, ojala te pases por el blog.

Saludos!

Daniel Rivas Pacheco dijo...

Tengo ganas de verla, me interesa la visión de este autor, aunque en las entrevistas que concede tiene un tono pedante que destaca sobre su mensaje. El problema del film es la poca distribución comercial que ha tenido, a ver si la puedo ver en algún videoclub o así.

Un saludo